lunes, 13 de febrero de 2012

La vida duele.

Hoy quiero escribir. Quiero escribir algo con lo que desahogarme. Con lo que echar todo lo que siento, para así sentirme mejor. Creer que así me siento mejor, pero sólo creerlo. Hablar gritando y seguir llorando. Gastar miles de pañuelos de papel que luego arrojaré a la papelera intentando encestar. Cerrar los ojos y que me duela la cabeza, que mis ojos se irriten. Seguir pensando en esta puta mierda de vida, en lo que me queda por aguantar. Seguir llorando y seguir gritando. Volver a creer como una idiota que todo puede llegar a ser perfecto. Que la esperanza es lo último que se pierde como ya te dije una vez. Pero ahora… ahora no queda nada, no ha quedado NADA. Todo se ha ido, ahora estoy vacía. No me queda nada, sino ganas de llorar, de seguir gritando y seguir encestando miles de pañuelos de papel. Ganas de arrancarme la piel y gritar, gritar alto, muy alto. Tal alto que hasta tú puedas oírme como no me has oído nunca.
Porque todavía queda una vida entera para sufrir…


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